POEMAS Y CUENTOS
Ximena:
Alaia
Al
escuchar Irak lo primero que nos viene a la mente es algo desagradable, bombas,
muertes, gente sin hogar, refugiados, etc… y si en realidad eso es lo que sucede
día a día, eso es en lo que nos convirtió el consumismo y la ambición de
quienes manejan nuestro país, nuestro querido señor Barham Salih, miles de
historias rotas y arruinadas en todo el país de una y mil maneras aunque existe
una conexión entre todas, terminan en
sangre y horror.
Esta
historia comienza en Irak, 2008, el día que nací. Mi familia, la familia más
amorosa y unida de todo Irak, una familia numerosa, aproximadamente 24 primos,
grandes y pequeños, 14 tíos, gente mayor educándonos en valores, creando
personas honradas, con grandes propósitos y metas (cosa que sin saber, el
futuro hermoso que siempre imaginamos nunca llegaría…) pero bueno no
adelantemos esta historia. ¿En qué me quede?...Ah sí, mis abuelos, los más
cariñosos que puedan existir, los domingos sin falta comida deliciosa en casa
de la abuela y presumo que ella hace la comida más deliciosa. Tenía un
restaurante, el más famoso del pueblo, miles y miles de personas iban a diario a
ser testigos del maravilloso don de mi abuela.
Y pues
si… básicamente así era mi vida, hablando en cuanto a la familia, pero en
cuanto a amigos, tenía muchos amigos, siempre fui a una escuela de solamente
niñas, nos enseñaban todo, aparte de conocimientos, ciencia y esas cosas,
también aprendíamos de religión hasta
como ser mejores esposas. Mi salón era como de 28 niñas aproximadamente siempre
trataba de apoyar a mis compañeras, aunque… no todo era bueno, seguido visitaba
mi madre a la directora (cosa que no le gustaba nada y por su puesto a mi
menos). Mi mejor amiga desde que tenía 5 años se llamaba Jazmín éramos tan
unidas que incluso su madre decía que yo era su hija adoptiva, ella tenía un
hermano más grande su nombre era Alan, era un chico muy atractivo, siempre lo
observaba en secreto.
Y
así fueron mis primeros años, todo iba bien pero tiempo después los cambios
comenzaron, en casa cada vez se escuchaba más lo de “huir”, los adultos siempre
decían que era mejor que nosotros no nos diéramos cuenta de lo que ocurría así
que mientras ellos creaban el plan perfecto para escapar nosotros jugábamos (o
al menos eso era lo que creían), realmente no entendía nada de lo que decían
pero con los rostros aterrados y los llantos que venían desde la cocina de la
abuela sabía que no era bueno de lo que hablaban. En la escuela cada vez iban
más pocas, los últimos días que fui ya solo éramos 5, no me dejaban salir con
nadie, rara vez veía a Jazmín, pues ella fue de las primeras en dejar la
escuela.
Las
cosas empeoraban cada vez más, era la cosa más terrible. Iba a la escuela pero
no sabía si regresaría con vida, mientras estaba en clase intentaba prestar
atención e ignorar el ruido de los bombardeos que iban destruyendo hogares,
edificios y con ellos vidas, intentaba concentrarme pero era imposible al
escuchar en la calle los gritos y lamentos de personas que en realidad no me
comprendo cómo es que lograron escapar de la muerte segura. Al terminar la
clase caminaba entre escombros y sobre cuerpos ya sin vida, era en verdad un escenario
espantoso. Toda la noche se escuchaba la alarma pues el toque de queda incoaba
desde las 6, aunque en realidad no lo respetaban, todo el día sin importar la
hora había muertes, era imposible dormir cuando tienen tantas cosas en la
cabeza, cuando ni siquiera tu hogar es seguro porque en cualquier momento
pueden lanzar una bomba o misiles y destruir tu casa, ni siquiera saber si al
día siguiente aun vea a mi padre, a mi madre o a mi hermano pequeño.
Así
pasaron dos semanas cuando el primer integrante de la familia murió, el Tío Farad,
un gran hombre en realidad fue una perdida muy dolorosa. Fue entonces cuando
nos dimos cuenta que cada vez estaban más cercas nuestra muerte.
Esa
misma noche preparamos nuestras cosas para al día siguiente por la mañana intentar salir de ese lugar. Esa noche no
dormí ni un minuto, no dejaba de pensar que si algo salía mal podíamos morir
todos, ser solo uno más en la montaña de cuerpos. La mañana siguiente mi madre
llamó a la puerta de mi habitación, era la hora.
Nos
pusimos en marcha, intentamos salir sin levantar sospechas pues nos matarían al
instante es por eso que solo llevábamos 3 cambios de ropa puestos, en mi mochila
de la escuela metimos comida para aproximadamente una semana pero en cantidades
muy pequeñas. El viaje comenzó, hicimos algo así como 3 semanas de camino sin
parar.
Y
entonces, ¡Si hemos llegado, estamos del otro lado! Solo faltaba mi padre quien
tenía un pie en el aire listo para cruzar y toda la familia junta, buscando un
nuevo hogar. Pero claro… las cosas nunca salen bien para un refugiado. Y así
fue, el último momento que vi a mi padre con vida, con un pie en el aíre, como
un gran héroe que salvó a su familia.
Mi
padre, un gran hombre que murió con honor, defendiendo a su familia. Perdí a mi
padre, una perdida terrible, algo que una niña de 11 años nunca superará,
pensar que llegaré al altar con la ausencia de mi padre, sin nadie que me
acompañe al pasar por el centro de la iglesia, que todos estos años nadie
secara mis lágrimas, nadie en quien recostar mi cabeza, sin un padre carioso
que te de un beso de buenas noches o que en tus días malos te motive y aunque
sepa que todo se va por un agujero negro sin salida, él siempre te dirá que
todo es posible, que siempre existe una solución a los problemas, que pasaré
todos estos años sin alguien a quien pueda llamar, padre.
Ver
cómo nos separaba una montaña de tierra, tierra que asfixiaba cada parte de él,
está muerto pero me aferraba a no dejarlo ir, sin nada que hacer, un golpe que no está en nuestro poder, ver como
quien tanto amé ya no ya no escuchara mis llantos y lamentos, no escuchará todo
el sufrimiento de nosotros quienes quedamos, cosa que no le deseo a nadie, ni
al peor de los enemigos, nadie merece ese sufrimiento.
Creo
que es lo más egoísta quien con tal de poder y enriquecerse destroza todo a su
vez, familias, pueblos enteros se llenan de rojo, de la sangre derramada por
los fuertes guerreros.
Es
fuerte y horrible pero…cuando eres una niña que se ha quedado sin padre, quien
debe cuidar a los más pequeños, decirles con una sonrisa en cara “todo estará
bien” mientras sabes que todos es un caos, que en realidad nada está bien, que
disfruten su niñez, sus primeros años, años que no vuelven, que deben tener una
ilusión.
9
meses después en “mi nueva vida”, una oportunidad nueva, con personas buenas,
muchos amigos por hacer, eso era lo que mi madre nos decía, aunque yo sabía que
era una manera de sobre llevar el dolor. Pero a mí me resultaba imposible
presentarme y en mi mente pasar todo el escenario de lo antes vivido. “Mi nombre es Alaia, si soy una niña
refugiada, hui de mi hogar con la ilusión de una mejor vida, pero dime… ¿Es
posible empezar una mejor vida sin un padre, existe acaso alguien que pueda
seguir de esa manera?”.
Y así es como comienza la historia de mi vida,
una vida que no le deseo a nadie.